Tu eres agua y yo café.

viernes, 23 de diciembre de 2011

¿Tú te acuerdas?

No me hace falta recordarlos como unas de esas personas que están porque están y lloran porque lloran. En realidad siempre han sido más que amigos y más que personas.
Sobre todo él. Ya en sus principios yo fantaseaba con uno de sus besos, aunque nunca dije nada, y pensaba en cómo serían, y qué pasaría si yo un día me armase de valentía y apretara casi impasiva mis labios contra los suyos en un delírio más. Aunque no supe nada de ese odio irracional de su persona hacía la mía. Cosa que poco me importa ya, porque es mío, y si un día lo suelto será porque así lo ha querido él. Porque yo no tomaré sus decisiones, no le haré promesas de esas que no se cumplen, no le mentiré nunca, y nunca, pero nunca soltaré su mano si no es porque él me lo ha pedido. Porque vendería mi vida si eso salvase la suya. Se la vendería a él para que hiciese o deshaciese a su gusto, para besarla o castigarla, pero siempre sobre o bajo sus manos. O sus labios.
Qué quieren que diga si lo quiero tanto que me jugaría las piernas por ver su sonrisa. Y si quieren que lo entiendan. Sino no saben lo que es amar.
Pero él sí, él lo sabe. Sabe que prefiere mil hachazos antes de verte llorar. Y a mi me mataría verle así.
Le necesito tanto que es mi propio marcapasos, aunque a veces se me acelera y hace que se me salga el corazón del pecho. Es tan irregular que me calma con sus besos y me resucita con sus abrazos.
Y si algún día le pierdo, me perderé con él.

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