Tu eres agua y yo café.

viernes, 20 de abril de 2012

Yo creo, no sé, quizás.

Tengo que decir que él se ha convertido en la pieza más importante de este juego absurdo. Del juego de hacerse daño en el que tan si quiera me ha hecho un roce. Por eso puedo sentirme más afortunada que nadie si lo tengo cerca. Porque sé que él tuvo miedo de no poder confiar en sí mismo para darme esa seguridad falsa que yo necesitaba, pero ha hecho cosas mucho mejores. Ahora soy yo quien tiene seguridad en su lugar, o más bien quien se siente segura si está cerca. Porque si en alguien debía confiar, está claro que elegí a la persona idónea. A quien amo con la cordura de esa que le falta a este mundo. A quien echo de menos en cuanto da media vuelta y dejo de verle los cristales que tiene por ojos. O dejo ir su boca y los miles de besos que se me escapan por segundo perdido. Y si, son dos cristales lo aseguro. Hay tanto mundo al otro lado, que si los miras temerías engancharte a la vida que ves. A la inocencia que desprenden.
A veces cuando los miro vuelvo a sentirme niña, a ser todo lo que siempre quise seguir siendo y que poco a poco fui dejando atrás. Solo sus ojos me devuelven esa parte de mi que nunca debí perder.

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